*Debido a la pandemia, Marco Antonio Martínez Salvador tuvo que hacer a un lado su pasión por el fondismo para dedicarse a la albañilería con tal de llevar un sustento a su casa, aunque ahora ha vuelto a sus entrenamientos para lograr sus sueños deportivos.
Antonio Zamora
San Pablo del Monte, Tlax.- Su reloj biológico le hace abrir los ojos cuando todavía no se ve el sol, cuando en la calle reina el silencio y el termómetro marca bajas temperaturas. Después de estirar sus músculos y lubricar articulaciones, Marco Antonio Martínez sale a entrenar en preparación a su próxima carrera pensando en mantenerse como la promesa del fondismo en la región.
Su outfit es el de siempre: un short corto, playera sin mangas y tenis para correr, aunque lo más importante son las ganas que tiene de volver a trascender, esas que lo abandonaron durante el encierro de la pandemia y lo llevaron a pensar en el retiro del atletismo y dedicarse de lleno al trabajo que lo ha ayudado a mantener a su familia: la albañilería.
“Mi último evento había sido un Maratón Lala en Torreón en el 2020, después de eso suspendieron todo, me mantuve entrenando con la esperanza de que se iba a componer todo, pero al ver que no había mejoría decidí darme un receso y dejé el atletismo por completo que era una profesión, era mi trabajo, me lo quitan y me meto a trabajar en la construcción como albañil”.
Aprovechando que desde muy joven aprendió el oficio, la cual se la enseñaron sus mismos tíos, hace dos años cambió los tenis por la cuchara y la pala, la pista por el colado y se dedicó a la construcción para sacar adelante a su hija.
“En mi familia también hay varios que trabajan en la construcción y me enseñaron, antes de la pandemia en mis descansos de las carreras me ponía a trabajar con ellos para seguir sacando dinero”.
La necesidad lo orilló a dejar su pasión, esa que adquirió por herencia, ya que su familia ha sido de corredores, por lo que desde los cinco años de edad hizo sus primeros trotes aunque al principio él lo tomaba como una obligación y no un gusto.
“Soy originario de Puebla, pero por problemas familiares nos venimos a San Pablo del Monte y aquí he estado toda mi vida. Tengo una familia que es deportista de décadas, desde los abuelos, los tíos, siempre nos han inculcado el atletismo. A correr empecé a los cinco años, mis tíos nos enseñaban todo empíricamente y se me hizo un hábito este deporte, pero ya en la secundaria lo veía como una obligación hasta que a los 15 años retomé el gusto por las ganas de participar en la Olimpiada Nacional”.
La adolescencia marcó un parteaguas, porque ahí se dio el enamoramiento por las competencias de fondo y tras varias participaciones en Olimpiada Nacional, comenzó a correr para ganarse la vida y mantener a su hija, pues buscaba las carreras en las que dieron los premios más atractivos y así se mantuvo hasta antes de la llegada de la COVID-19.
“Después de que nació mi hija yo no trabajaba, el atletismo era mi único sostén y por eso corría las competencias de calle, pero después me enfoqué al maratón pensando en que los premios son mejores, entonces en 2016 corrí el Maratón de Puebla, la idea era que solo corriera 30 kilómetros y abandonar porque me estaba preparando para otro, pero en el transcurso me sentí bien, mantuve mi ritmo y en la recta final la gente me alentó a cerrar bien porque los keniatas se estaban quedando, aceleré, llegué en tercer lugar y cobre el premio de 25 mil pesos por el podio y 15 mil por ser el primer poblano en llegar a la meta”.
Y si bien todo esto había quedado atrás porque ahora se dedicaba a la albañilería, fue en un momento de sufrimiento durante su larga jornada laboral en la obra que decidió retomar el atletismo no solo viéndolo como su forma de sustento, sino con la ilusión de trascender deportivamente.
“Cuando me decidí a volver al atletismo fue a finales del año pasado cuando nos contrataron para hacer una alberca, estuvimos bajo el rayo del sol con el marro y el cincel, al otro día amanecí con gripa y fiebre, pero aun así seguía yendo a trabajar porque no tenía para ir al doctor, creí que me iba a curar solito, pero después no mejoraba, hasta que en una hora de comida, me quedé dormido y el maestro me regañó por ‘estar de huevón’ cuando me sentía muy mal. Fue así que decidí volver a correr”.
Por ende, en lo que va del 2022 siente que ha vuelto a la vida, se ha sometido a estrictos entrenamientos, ha representado a Tlaxcala en eventos regionales logrando subir al podio, además de su regreso triunfal al Maratón Lala en el que quedó en tercer lugar, logros que lo llenan esperanza para su futuro.
“Quiero regresar más fuerte de como estaba, pero los objetivos son claros, seguir corriendo maratones para ganarlos, aparte de dejar un buen legado en la familia, ser un gran deportista de alto rendimiento y ahorita no hay un objetivo como tal”.